jueves, junio 07, 2012

¿Langostas? Latinas no, gracias. o Cultura politica, ¿que es eso?


Cuenta un viejo chiste (bastante malo por cierto) que una vez entró un señor a un restaurante de lujo y se acerco al acuario de las langostas. Vio que en realidad había dos acuarios y que uno estaba tapado y otro no. Asombrado ante este hecho preguntó al camarero. Vera usted- dijo el camarero- el acuario con tapa contiene langostas pescadas en el mar del norte, son langostas anglosajonas. Y las tenemos tapadas por que entre todas hacen una piña para intentar huir del acuario.  Las otras son langostas pescadas cerca de la península ibérica, son langostas hispanas. A estas no hace falta taparlas nunca se ponen de acuerdo ni para huir y si alguna lo intenta por su cuenta las demás se encargan de tirarla de nuevo al fondo.

La verdad es que el chiste me parece un poco “racista”. Ese racismo moderado, ese aire de superioridad jactanciosa  de los anglosajones ricos y protestantes sobre sus vecinos católicos y pobre representados por esa España a la que se le hundió la “Invencible”
Pero en parte refleja nuestro carácter, sobre todo en política. Algunos autores cifran en cerca de doscientos los acontecimientos políticos violentos (golpes de estado, revoluciones, magnicidios , guerras civiles etc) en España durante el siglo XIX.

La realidad o exageración de la cifra no deja en este caso de ser algo baladí. El caso es que fueron muchos. A todos si hacemos memoria de cuando íbamos al instituto nos vendrán a la cabeza tres guerras carlistas, el nombre de una caterva exagerada de militares (Riego, Prim, Topete, Espartero, Pavía, Martínez Capos, Serrano etc) una republica de once meses y cuatro gobiernos con revolución cantonal incluida..[1].

En definitiva a los españoles nos gusta darnos de palos. Somos incapaces de llegar a acuerdos o de cooperar. Y creo que nuestros hermanos del otro lado del charco han heredado bien nuestro vicio. Quizá eso que llaman el carácter latino. Somos apasionados, nos imbuimos de nuestras ideas hasta la medula y las defendemos sin ceder un ápice capa y espada. Y convencidos de nuestra verdad tratamos de imponerla.

Pero, ¿a que viene este periplo histórico en un blog que no trata de historia? Pues esta reflexión me la hacia nacer el asunto relativo a los cargos directivos de RTVE (el grupo audiovisual público español). El actual gobierno ha decidido cambiar la ley para poder nombrar los cargos directivos con mayoría absoluta en el parlamento, mayoría que posee. Y he aquí mi reflexión. Me parece bien, incluso imprescindible que la dirección del grupo RTVE sea nombrada por consenso como mínimo entre los grandes partidos. Pero no deja de sorprenderme la norma recién abolida. Ésta exigía a fin de forzar el consenso, un acuerdo de dos tercios del parlamento. ¡Dos tercios del Parlamento! La misma mayoría que exige la constitución al parlamento para iniciar una reforma que transforme a este reino en republica. Un tanto exagerado, ¿no? Que nos pasa a los españoles, que les pasa a nuestros políticos, para ser incapaces de llegara un acuerdo por el simple hecho de que es lo mejor para todos? ¿Tan poca cultura democrática tenemos? ¿Que tipo de cultura política es la que conforma nuestra personalidad? Pero no solo es el caso de RTVE, que podría ser anecdótico. ¿Cuanto tiempo lleva bloqueada la obligada renovación del Tribunal Constitucional? Resulta vergonzante, que nuestros políticos (para la mayor parte de los españoles tercer problema de este país, muy por encima de por Ej. el terrorismo) sean incapaces de llegar a acuerdos sobre temas básicos pensando sino en un utópico interés general, al menos pensando en los intereses del Estado. Es común últimamente ver como el nuevo gobierno abole la mitad de las leyes del anterior, ver como la oposición denuncia la inconstitucionalidad de cada disposición importante, o ver como la política exterior del país da bandazos al albur del color político.

No quiero yo decir que un gobierno no pueda abolir leyes que considera imprudentes, no diré yo que la oposición no deba controlar la constitucionalidad de las leyes y la buena acción del gobierno. Digo más no solo es que no puedan hacerlo, es que es su legitimo e irrenunciable deber.

Pero nuestras cortes de ser unas nobles cámaras dedicadas a una noble y serena reflexión sobre los principios y herramientas del bueno gobierno se convierten en jaula que alberga los fatuos charreteos lanzados en lid de dominación de la manada. Se convierte en un burdo espectáculo en el que intentan llevar a algún ciudadano a absurdos debates mor de conseguir algún voto. Mientras el ciudadano, ahíto de vergüenza ajena mira para otro lado. Luego dicen que no interesa la política; no interesan los políticos.


[1] Vease este interesante enlace sobre el tema: http://www.fdomingor.jazztel.es/cronologia.html

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