lunes, julio 30, 2012

Olimpiadas: La gloria de la Hélade


Probablemente no había más importante acontecimiento en la antigua Grecia que los Juegos Olímpicos. Situémonos en el tiempo. La península del Peloponeso es una seria de ciudades dispersas, cada una de ellas se gobierna de forma independiente, unas son monarquías, otras oligarquías, la de allá una aristocracia y la de más acá, una democracia. Y estás ciudades, divididas, independientes se hacen la guerra entre ellas. Pero aun así forman una unidad; la Hélade, lo griego. ¿pero qué conforma esa unidad?

Son ciudades libres, independientes, en las que la vida pública es más importante que la privada. No hay nada por encima del estado, ni nada más importante que ser un buen ciudadano. Tienen el mismo idioma; el griego y la misma forma de vida, la agricultura y el comercio. Mientras el resto del mundo vive en la barbarie en su seno florecen las matemáticas, la política, la medicina y la farmacia, la arquitectura y la ingeniería y sobre todo la filosofía; el amor al conocimiento, un afán tremendo, no por conquistar el mundo, sino por comprender el universo. Y esta unidad estaba por encima de sus rencillas. Ante todo eran griegos, y no dudarían en unirse contra cualquiera que amenazara su forma de vida. (En especial los persas).

Y estos griegos unidos por la cultura aunque separados por la política del día a día, cada cuatro años celebran un gran acontecimiento; Los Juegos Olímpicos. Tal será su importancia que acuñarán un periodo de tiempo, la olimpiada, a fin de definir el tiempo que transcurre entre juego y juego, a la sazón, cuatro años.

Pero ¿por qué eran tan importantes las olimpiadas? Las olimpiadas representaban la unidad frente a la dispersión. Eran la unión de todos los griegos por encima de sus diferencias y de sus disparidades políticas. Tan importante era está unión que a fin de que los atletas pudieran viajar seguros a la ciudad de Olimpia, sede permanente de los juegos, se decretaba entre todas las ciudades de Grecia una paz sagrada suspendiendo toda hostilidad entre ellas. Pero no solo era un acontecimiento destinado a dar valor y fuerza a lo griego, a la cultura que les unía. Era también un culto al ser humano. A la capacidad de esfuerzo y de superación. Pensad en esas formidables estatuas de hombres musculosos, por ejemplo, en el Discóbolo de Mirón. Son el culto al cuerpo y la belleza, pero a una belleza nacida del esfuerzo, del duro entrenamiento. Son el monumento a la capacidad del ser humano de superarse a si mismo, de cómo con esfuerzo y dedicación se pueden lograr cosas imposibles. Como la leyenda de aquel soldado que corrió cuarenta kilómetros desde Maratón hasta Atenas para comunicar la victoria sobre los persas. Y como premio únicamente el honor y la gloria de la victoria.

Hoy en día no se sueña con paces universales y sagradas para celebrar los Juegos. La gloria y el premio a la superación quedan olvidadas, nadie es capaz de citar más de cinco o seis atletas de su país. Y no solo olvidada, sino empañada por controles anti dopaje. Se olvido el espíritu de superación por el afán de la victoria, no se compite por superarse a uno mismo sino por ganar al rival. ¿Y donde queda ya el afán por resaltar lo que nos une? No somos griegos, pero somos humanos, son más cosas las que nos unen que las que nos separan, pero no se habla de ello. Hoy los juegos son una competición en la que el propio país debe de superar al vecino. El deporte es en ciento modo la nueva guerra, la nueva forma de humillación. No admiramos ya a los deportista por el hecho de serlo, sino por la victoria, unas olimpiadas acaban siendo un mero ranking de medallas, en el que lo importante es tener más que el vecino.

¿Y que decir de las capitales olímpicas? Ya no son la neutral y pacifica Olimpia, ahora se compite por demostrar al mundo que tu estadio es más grande, te puesta en escena más brillante y tu antorchas más grande y con más fuego. Que lejos de la sencillez griega, esa sencillez “espartana” donde el lujo quedaba reservado a los dioses, a la ciudad- estado y a los héroes y sabios, a todo aquello que era más grande que el hombre y sus miserias.

Que verdad es que Grecia, que lo griego, está en crisis.


lunes, julio 23, 2012

Subeme el sueldo


Hoy voy a hablar de un tema que nos preocupa a todos los seres humanos, por lo menos a todos los que no hemos incorporado al “mundo laboral” y aun no hemos tenido la suerte de jubilarnos. Me refiero al salario.

El salario es el dinero que se paga a cambio de un trabajo, y es el principal medio de subsistencia de un trabajador.

¿Cómo se fija un salario? Empecemos por la teoría económica. En un sistema capitalista, el salario, al igual que todo lo demás lo fija el mercado, es decir la llamada ley de la oferta y la demanda. La demanda en este caso es el empresario, que demanda trabajadores y la oferta pues obviamente los trabajadores que buscan quien les contrate.

Y como en todo mercado si hay mucha oferta y poca demanda los sueldos bajan y viceversa. ¿qué hace que aumente la oferta? O dicho de otro modo ¿de que depende que haya más o menos trabajadores dispuestos a trabajar? Bueno pues de diversos factores sociológicos, que la gente decida estudiar o trabajar, los movimientos de emigración e inmigración, movimientos naturales de población etc.

¿Y de qué depende la demanda? Bueno simplificando el empresario en principio contratará gente según si tiene la necesidad o prevé tener la necesidad de aumentar la producción.

El salario será el punto donde se cruce la oferta y la demanda. En definitiva el salario de una persona se fija igual que el precio de las copas en un bar.

Y eso en la teoría, en la practica vas a una entrevistan te dicen lo que hay y si te gusta bien y si no también. Es decir para la mayoría de los trabajadores los fija el empresario de forma unilateral. Pues eso igual que las copas en un bar, si quieres bebes y si no te fastidias, pero no regateas el precio del cubata.

¿Y esto es normal? ¿Se permite que el obrero quede a merced de la voluntad del empresario sin que a nadie le preocupe que pueda vivir con lo que gana? Bueno pues a desgana voy a contestar que en teoría no.

La constitución española establece en su artículo 35 que “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia”

Bien ahora que me presenten a alguien que sea capaz de mantener a su familia con lo que gana y que no sea director general de algo.

Porque si hoy en día quieres independizarte o compartes piso con desconocidos o amigos o te buscas pareja. Con los salarios de hoy en día en España es imposible vivir como individuo, contra ni más mantener una familia. Sí cierto, la legislación muy previsora ella prevé un salario mínimo. En España de 641 € brutos en catorce pagas, si lo distribuyo entre doce pagas y le quito lo que cotizo... 720 € al mes. Seamos sinceros con 720 € en España no se mantiene a una familia ni en broma y eso suponiendo que tengas la suficiente estabilidad laboral como para pensar que vas a contar con esos ingresos a medio plazo.

A lo quiero llegar, es que a día de hoy el nivel salarial en España es irrisorio, un nivel salarial que ha bajado con la crisis. Hace unos años cobrar mil euros era un sueldo miserable, hoy es un sueño inalcanzable para muchos. Y seamos sinceros mil euros no es demasiado, cuando al mitad o más se te ira en pagar el alquiler de tú vivienda.

Con lo cual en la practica el trabajador, el ciudadano de a pie esta vendido a los avatares del mercado. Me crispa bastante que hoy en día nuestros políticos solo hable de crear puestos de trabajo. Es necesario crear trabajo, por supuesto, pero es necesario asegurar que esos trabajos garanticen un salario que permita vivir con dignidad, que permita satisfacer las necesidades propias y las de su familia. Los seres humanos no hemos nacido para elevar PIB, ni ranking de productividad. Hemos nacido para vivir y necesitamos un salario que no s permita vivir. Por ello la principal preocupación de nuestros políticos debería ser el garantizar condiciones de vida adecuada mediante un salario suficiente a cada persona. ¿De que sirve trabajar ocho o nueve horas sin con lo que ganas no puedes subsistir? El trabajo en un medio no un fin, la economía ha de estar al servicio del hombre y no al revés. Por ello quiero reivindicar un nivel salarial justo que satisfaga las necesidades de toda persona y no mini empleos de media jornada y cuatrocientos euros que quizá den trabajo a mucho pero no mantendrán a nadie.

miércoles, julio 11, 2012

¡Caray con el IVA!


Bueno ya tocaba un nuevo post (suelo escribir uno cada 7-10 días) y la noticia del día en España es el subidón del IVA o impuesto de valor añadido. Para los que no lo conozcan diré que es un impuesto que se aplica en determinados países (en la UE, en todos) y que grava el consumo. Y hoy el gobierno de España ha anunciado que el tipo general subirá del 18% al 21% (hasta hace dos años era el 16%).

Explicaré brevemente un poco el tema impuestos. Sin entrar en muchos detalles sobre los sistemas impositivos, que sería un tema arduo y técnicamente muy complejo, diremos que hay dos tipos de impuestos; los impuestos sobre la renta o directos y los impuestos sobre el consumo o indirectos.

Los impuestos sobre la renta gravan la obtención de renta (dinero). Son algo así como el diezmo medieval. En aquel entonces pagabas un diez por ciento de lo que ganaras al año. A día de hoy son dos los grandes impuesto directos en España. El IRPF y el Impuesto de Sociedades. El IRPF probablemente sea el más conocido, es la típica retención de la nómina que transforma tu relativamente decente sueldo bruto en un irrisorio sueldo neto. Este impuesto cobra a las personas por el dinero que ganan, tanto por su trabajo, como por su capital (intereses de cuentas corrientes, acciones, letras de tesoro, alquileres etc) En teoría es un impuesto progresivo. Es decir el que más dinero gana mayor porcentaje paga. El objetivo de esta progresividad es una distribución más justa de la riqueza. El que más cobra pagará más y soportara parte del gasto del Estado que corresponde al que cobra menos. Pondré un ejemplo. Si Menganito cobra 1.000 € /mes y paga 100 de IRPF (10%) le estoy dejando un poco fastidiado. Si a Zutanito que cobra 10.000 le aplico un 10% pagaría 1.000 y le quedan 9.000 para pasar el mes. Sigue forrado.
Por ello la idea del IRPF sería que Menganito pagara por Ej. un 5% con lo que quedarían 950 € y Zutanito pagaría un 15% de forma que le quedarían 8.500 € que no está nada mal.
El IRPF en España es cada vez menos progresivo, los gobiernos (no se salvan ni PSOE ni PP) han reducido progresivamente el porcentaje que pagan los más ricos. Además se paga mayor porcentaje por el dinero que viene del trabajo que por el que se gana con el capital. Y como ustedes imaginaran un banquero saca  más como dueño del banco que del sueldo que cobra por ser el director del mismo.

El otro impuesto progresivo es el impuesto de Sociedades, que grava los beneficios de las empresas. En la practica con deducciones y triquiñuelas contables se puede pagar bastante poco. En teoría las grandes empresas para un porcentaje mayor que las pequeñas. El ejemplo, bien sirve el anterior, cambie a Menganito por la panadería de su barrio y a Zutanito por la empresa que le cobra la luz todos los meses.

Bien, ¿qué son los impuestos indirectos o al consumo? Pues son impuesto que gravan el consumo, es decir, comprar algo. La idea es simple si tienes dinero para gastar tienes dinero para pagar impuestos. Lo más parecido en nuestra historia serían las alcabalas.
Impuestos indirectos hay varios que se agrupan en IVA e impuestos especiales (tabaco, alcohol, gasolinas etc). El IVA no es progresivo todo el mundo paga el mismo porcentaje sea un 21%, un 10% o un 4%. (cabe señalar que las islas canarias pagan un impuesto similar de menor cuantía) Sus defensores argumentan que es un impuesto muy justo pues el más rico compra más cosas y acaba pagando más. Bueno según qué. Por muy rico que sea no me voy a comprar 500 barras de pan. Tal y como está configurado en España el IVA no es un impuesto que grave el lujo. Antes existía un impuesto de lujo; ¿quieres un Renault? 18% ¿quieres un Ferrari? 30%. Pero hoy ese impueso ya no existe. El IVA es un impuesto de los que llamaríamos injustos. El pobre paga por lo esencial lo mismo que el rico, y a éste le queda dinero para multitud de caprichos.

Pero quiero abordar dos aspectos brevemente. ¿cómo al pagar menos el pobre y más el rico se distribuye la renta? Bien a un primer vistazo la cosa está clara: tiende a igualar el dinero que tienen ambos. Pero no sólo eso. Imaginemos que dos familias, una modesta y otra adinerada pagan todos sus impuestos religiosamente (cosa rara en este país) Digamos que la familia humilde paga 500 € y la adinerada 800 €. Si el Estado proporciona servicios públicos gratuitos por valor de 600 € queda clara la redistribución de la riqueza. No sólo el rico ha pagado más sino que el pobre accede a servicios por debajo de su coste. Este es uno de los objetivos de la política macroeconómica de cualquier estado desarrollado, o lo era hasta hace no mucho, y éste modelo es el que nos ha permitido a españoles y europeos en general tener una sanidad pública para todos, educación para nuestros hijos y pensiones para nuestros mayores. Justo todo eso que por ejemplo la gran potencia estadounidense no tenía, ni tiene, y que ahora Obama quiere ir alcanzando.

El otro aspecto que quiero aclarar es la penalización del consumo. Hace poco oí a un amigo mío que se dice muy de izquierdas defender la subida del IVA (“impuesto injusto”) frente al IRPF (“impuesto justo”) por considerar que el segundo penaliza el consumo. Pues sí, pero no. Toda subida de impuesto perjudica el consumo (el privado, en cambio favorece el público véase el post http://conelrabomatomoscas.blogspot.com.es/2012/05/crecimiento-economico-gasto-publico-si.html) ya que supone una reducción del poder adquisitivo. Pero hay una cosa muy curiosa y es la psicología humana. Cuando te suben el IRPF tú sueldo liquido baja y se produce una sensación de pobreza, lo que hace que compres mucho menos. Al subirte el IVA suben los precios y todo es más caro, con lo que a medio plazo también compraras menos, pero en corto plazo no tienes esa sensación de pobreza, te quejaras del precio de la cerveza pero seguirás yendo al bar. Pero como digo, a medio plazo, cuando te das cuenta que no llegas a fin de mes el consumo se reduce igual.

Por ello llamó a los señores de Europa y sus títeres españoles que no se dejen llevar por un cortoplacismo ramplón. Subir IVA y reducir el IRPF a largo plazo como proponían hace unos días en Europa es renunciar al modelo económico más perfecto que ha existido jamás; el modelo europeo del bienestar en sus distintas variantes. Un modelo que ha sido el único de la historia capaz de proporcionar educación, sanidad, paro, jubilación etc. Todo ello además sin necesidad de esclavizar o colonizar al vecino. Sencillamente basándose en la solidaridad entre las personas, de forma que si todos somos ciudadanos de un mismo estado el ciudadano que más tiene hace un pequeño esfuerzo para que todos tengamos unos niveles de vida dignos. Pensando en el interés de todos y no sólo en el propio. A eso se le llama patrotismo.

domingo, julio 01, 2012

Lo que la abundacia se llevó, sonidos de afilador.


El otro día me pasó una cosa curiosa. Estaba hablando con una persona extranjera  y me puse a rememorar el pasado explicándole cosas de España. Y me di cuenta de lo que ha cambiado este país; de repente el pasado reciente de España me hizo sentir por un lado una orgullosa añoranza de lo que éramos y por otro una sensación de estar relatando, una realidad más propia de un país del tercer mundo, que un país Europeo de hace menos de una década.

Me acorde de alguna escena típica de mi niñez y adolescencia, cosas que en España pasaban aun, quizá ya de manera residual, hace apenas diez años. Uno de los primeros recuerdos que me vino a la mente fue el un domingo cualquiera de primavera a eso de las once o las doce. Oír música de pasodoble y asomarme al balcón. Y allí estaba todo el barrio asomado, viendo un espectáculo familiar y querido. Un familia de gitanos, en la que mientras un chico joven toca el teclado, el padre, de riguroso negro y sombrero bien calado hace bailar en un taburete a una simpática cabra. Mientras, la madre, recoge las monedas que los vecinos le lanzan desde los balcones. Hace tiempo ya que los gitanos de la cabra no pasan por el barrio. Pero si bien, quizá la más pintoresca, no fue la única escena que me vino a la memoria.
Recordé otro sonido entrañable, un sonido mágico, como música de hadas del bosque; la flauta del afilador. Ese hombre ya entrado en años, que tocaba su flautilla de madera con tanta gracia, intercalando entre escala y escala gritos de ¡Afilador! Ese hombre trabajador e ingenioso, ese hombre que llevaba caminando, para no gastar combustible, el ciclomotor a cuya rueda trasera había acoplado una correa que hacía girar la piedra de afilar.
Otra cantinela típica era la de la furgoneta del tapicero “el tapicero, ha llegado el tapicero hasta su propio domicilio, tapizamos sillas, sillones, mecedoras, descalzadoras y toda clase de muebles”
De ámbito quizá más rural era el celebre y odiado colchonero (odiado por su manía de aparecer por el pueblo un sábado las nueve y media de la mañana) “El colchonero cambiamos su viejo colchón de lana por uno nuevo, venta directa de fabrica, Flex, Normabloc, Pikolín” En realidad no te cambiaba el colchón de lana por uno nuevo, pero lo aceptaba como parte del pago.
Y por último el veraniego melonero. Esa furgoneta blanca, que circulaba con la puerta trasera abierta, parándose cada veinte metros. “Melones, melones a cala y a prueba” Solía vender también sandias y si la mercancía era de calidad, efectivamente era a cala y a prueba. Es decir te daba a probar de un melón que tenia empezado y que era el más maduro. Con ellos solían engañar a las señoras vendiéndolas el más verde. Esto hacia que como había varios meloneros, las señoras evitaran al que les había vendido uno muy verde alguna vez. No obstante recuerdo que como el melón era un manjar, asequible pero manjar, su compra, “era cosa de hombres” y los señores del barrio intentaban adivinar el grado de madurez golpeando la fruta y oliendo el culo del melón. Igualito que ahora, que te tienes que poner guantes desechables para tocar una sandia.

¿Y a cuento de que les rememoró tan cercano pasado? ¿Me he convertido en el abuelo Cebolleta? Bueno, en parte, pero el motivo es que obviamente estos recuerdos hicieron surgir en mí una serie de preguntas. La primera es obligada, ¿dónde está esta gente? ¿muertos todos? No lo creo. A lo mejor la respuesta viene por la segunda pregunta, ¿por qué contar algo que era absolutamente normal me dio la sensación de ser algo tercermundista y subdesarrollado? Mucho hemos cambiado en los últimos años. España creció económicamente y al que más o al que menos le cayó alguna migaja del pastel. Y los españoles cambiamos, como si de repente nos creyésemos ricos. La gente ya no tenía un negocio o una tienda en el barrio, ahora se decía empresaria. Pasamos de ahorrar como hormigas, fruto de una sensación de carestía histórica, a invertir y gastar. Si el españolito de antes aspiraba a tener cuatro “perras” a plazo fijo, de repente nos dio por comprar acciones. Después de las acciones vino la vivienda, hubo gente que pidió prestamos e hipotecas, después de pagar con esfuerzo su casa, para comprar un segundo piso o una plaza de garaje (cada uno según podía) con la única intención de especular. Sí, ya no soñábamos como bobos con un apartamento en tercera línea de playa en Gandia o un chalet en la sierra para el fin de semana. Ahora especulábamos en vivienda. Recuerdo cuando la gente que no tenia casa en el pueblo envidiaba a los que sí la tenían y podían veranear casi gratis. Ahora eso de las vacaciones en el pueblo era un atraso, había que especular, ganar dinero e irse de vacaciones lo más lejos posible. Si no había dinero para vacaciones llamabas a unos señores que salían por la tele ( y es España si algo salé por la tele es bueno y de fiar) que te daban 3.000 € sin preguntar mucho, como los españoles de a pie tampoco preguntábamos (porque éramos consciente de que no íbamos a entender la respuesta) al final devolvíamos 5.000. En definitiva los españoles nos pensamos que esto era jauja. Dejamos de ser albañiles que hacían chapuzas por su cuenta para ser empresarios de la construcción, con un chalet adosado hipotecado y un BMW, más gordo que el del vecino para no parecer tonto, pagado con un crédito personal.

Y ahora después de que el espejismo de la abundancia desapareciese, seguimos con la idea de que tener un negocio es de tontos, hay que ser empresario. La crisis nos ha quitado muchas cosas, pero la abundancia nos quito algo más grave. La humildad y las ganas para trabajar duro, muy duro. Ahora nos avergonzamos de ese afilador, o de ese melonero, de esos trabajadores honrados, humildes y abnegados, que con la única ambición de sacar adelante a su familia, con dignidad y sin lujos, levantaron este país. Si algo nos ha perdido históricamente a los españoles ha sido el orgullo. En tiempos pretéritos, todos soñaban con ser nobles, o al menos “cristiano viejo”. Mucho tiempo después, cuando se nos dio la oportunidad de estudiar, todos quisimos un hijo abogado y mirábamos con desprecio al hijo del vecino, que debía no ser lo bastante listo porque no había ido a la universidad, sino que había hecho formación profesional. Y ahora si no tienes un BMW pues debes ser bobo o dedicarte a vender melones de puerta en puerta. Ese es el gran defecto de nuestro país que no solo soñamos con ser cosas que no somos, sino que nos creemos nuestros sueños y nos negamos a despertar de ellos.

No digo yo, que no tengamos derecho a aspirar a una vida mejor, a progresar, pero sobre las bases de la humildad y el esfuerzo. Sobre la base de valorar el trabajo, trabajo como el de esos humildes trabajadores ambulantes que salía a buscar el pan a la calle cada día, que llevaban la moto andando para ahorrar, sin tener ni idea de que era un coste fijo o uno variable. Sobre el ejemplo de ese tendero, que no empresario, que se tiraba hasta las tantas de la noche haciendo números, con la honradez y el honor de no dejar nunca nada a deber. Aspirar a mejorar con trabajo esfuerzo, honradez y dedicación, lejos fatuos destellos de opulencia. Pobres al principio, sí, pero honrados. Pues como bien dicen los mayores, nadie da duros a peseta y en ningún sitio se atan los perros con longaniza y se les apedrea con jamón.