lunes, enero 21, 2013

Que el traidor sea juzgado!!


El jueves pasado esta viendo con mis padres “Cuéntame”. Para mis lectores extranjeros aclararles que es una serie televisiva que repasa la historia de España a través de la vida de una familia que oscila entre la clase media baja y la media alta con una asombrosa facilidad. Para los lectores españoles ya saben que me refiero a esa seria de ciencia ficción en la que el tiempo histórico transcurre a una velocidad mucho mayor que la vida de sus protagonistas, gracias a la ruptura del continuo espacio tiempo creada por el vórtice de laca que gira en torno al moño de la inmortal Doña Herminia.

Pues lo interesante del caso es que el capítulo en cuestión reproducía los hechos del golpe de estado del 23 de febrero de 1981, en el que un grupo de Guardias Civiles secuestran el Congreso. Al final de capítulo se veían imágenes y extractos de declaraciones de los Diputados secuestrados. Y la verdad no pude dejar de sentir cierta admiración. Esos diputados, en mayor o menos medida habían decidido dedicarse a la política, con el objetivo de llevar nuestro país a la democracia, a sabiendas de que había gente armada a la que no le gustaba eso. No sólo eso, sino que además muchos habían hecho lo que estaba en su mano durante la dictadura para conseguir un cambio político, gente que desde la clandestinidad maquinaba, con dispar eficacia, como cambiar un régimen dictatorial.

Y pensé ¡que diferencia con los políticos de ahora! La política a dejado de ser para mucho políticos una actividad dedicada a construir un mundo mejor, cada uno desde sus ideas sobre que es un mundo mejor, para convertirse en una mera profesión lucrativa. Ya Max Weber en su obra El político y el científico allá por 1918, decía que había dos tipos de políticos; los que viven para la política y los que deciden vivir de la política. Y sinceramente puedo admirar a los primeros, son un ejemplo de honestidad, valentía y compromiso, los segundos no son sino manojos de ruindad, mezquindad y rapiña. La nobleza frente a la vileza.

Y desee que en mi país hubiera muchos de los primeros y topos de los segundos. En teoría estamos en una democracia y podríamos dar nuestro voto únicamente a la gente honrada. Pero no nos engañemos, ni los ciudadanos tenemos tiempo para estudiar la vida de cada candidato, ni es fácil escapar al engaños, del que con piel de cordero pretende medrar a costa del rebaño. No es fácil tampoco para esos políticos honestos, que para subir en las listas, en la jerarquía del partido, hasta ser diputados, o alcaldes o ministros, sólo les queda la vil servidumbre. Servidumbre frente a la cual no son pocos los que se revelan, los que teniendo vocación y ganas de hacer un mundo mejor, huyen espantados del dantesco y miserable panorama de la política interna de los partidos. De ese vasallaje abyecto del que busca un buen árbol a cuya sombra cobijarse y medrar.

Pero si no es fácil incluir a los nobles, quizá si lo seria deshacerse de los innobles. Todo aquel que sólo busca el beneficio personal, poco esta dispuesto a arriesgar. El dinero es un ideal bajo y es posible conseguirlo de mucho modos. Por tanto si queremos que nuestros políticos sean gente de valores, reduzcamos la recompensa para espantar al que solo desee medrar. Y no digo bajar sueldos, ni hacerlos tan bajos que sólo el rico pueda dedicarse a la política. No, un Representante del Pueblo merece una vida digna. Elevemos pues el precio a pagar para ser Representante. Los griegos y romanos, los pueblos más sabios para el gobierno no dudaron en cubrir de honores a sus sabios gobernantes, pero tampoco en castigar con las más severas a quien se aprovechaba del cargo en su beneficio.

Por aquel que roba a erario público, merece mucho mayor castigo que el que roba a un particular, pues no roba a uno sino a todos. Porque aquel que usa lo público para su beneficio, perjudicando al pueblo que le ha elegido, no sólo es corrupto, sino que ha traicionado el bien general en aras del particular y como traidor debe ser juzgado.

Y así temiendo el peligro, temiendo las más severas de las penas, no sólo para el que traiciona, sino también para el que instiga la traición, todos aquellos miserable que únicamente buscan su beneficio huirán hacia oficios más seguros. No harán de la política su profesión, ni intentaran enriquecerse a costa del pueblo. Y sólo aquellos honrados, con ideales dedicaran su tiempo a la política, a conseguir un mundo mejor, espoleados por la altura de sus ideales y por la inquebrantable honradez del que no busca su bien sino el de sus semejantes. Con la honradez y serenidad del que obra por amor, por amor a su patria y a sus convecinos.

martes, enero 15, 2013

España necesita un libro de instrucciones


Hace unas semanas me compre un móvil nuevo, de esos táctiles, ya tocaba. Y la verdad eche una cosa de menos; el libro de instrucciones.
Supongo que el fabricante pensó que en un país como España en el que hay más teléfonos moviles que habitantes uno debe de saber usar esos cacharros por ciencias infusa. Algo así como si un par de calcetines tuviese manual de instrucciones. Pero seamos sinceros, un móvil es más complicado de usar que un calcetín y un calcetín no se distingue tanto de un preservativo, y éste trae instrucciones. Aunque debo reconocer que en algo tendría razón el fabricante; un español nunca lee un libro de instrucciones. No es que la lavadora nos la vendan rota o al mueble de la tienda sueca (ya saben a cual me refiero, pero no les voy a hacer publicidad gratis) le falten tornillos. Es sencillamente que después de décadas en la que el libro de instrucciones solo venía en japonés e ingles, los españoles sólo echamos mano del libro de instrucciones cuando hecho “jodido” el cacharro de turno.

Pero ya ven, llámenme excéntrico, yo soy de los que leen los libros de instrucciones (más o menos). Y al igual que eché de menos las instrucciones del movil echo de menos las instrucciones de otra cosa, que a pesar de que la usamos- sufrimos todos los días la mayor parte no tiene mucha idea de cómo funciona. Sí, me refiero al Estado.

Y es que cuando uno cumple los dieciocho años antes de dejarle votar deberían de darle un libro de instrucciones de cómo funciona el país. ( y si me apuran hacerle examen). Y es que como los españoles no tenemos ni idea de cómo funciona España siempre acabamos culpando de todo al Presidente del Gobierno, que para eso se supone que manda. Algo así como el fútbol, la culpa de que el equipo vaya mal siempre es del entrenador.

Y es normal que no tengamos ni idea de cómo funciona el país. Para las personas mayores, nacidas y criadas en un Estado fuertemente centralista, esto de las autonomías y las competencias es poco menos que chino mandarin. Y para los nacidos en un estado autonómico tampoco es fácil. Y no es fácil no sólo porque nadie nos lo haya explicado muy bien, sino porque cada día cambian las competencias. Es decir, uno antes se quedaba en paro e iba al INEM y le solucionaban todo. Ahora te quedas en paro y vas a la antigua sede del INEM que ahora no es el INEM, porque pasó a llamarse SPEE y ahora SEPE. Pero una vez estas en el edicifio del SEPE primero vas a la planta donde este servicio publico de empleo de tu comunidad autónoma, que obviamente tiene tantos nombres como autonomías (como para andar mudándose) y allí te dan la tarjetita del paro, hacen como que te buscan trabajo y si tienes suerte te endosan un curso. Y luego te vas al SEPE y arreglar los papeles para cobrar. O sea que sin salir del edificio resulta que has hablado con dos administraciones públicas diferentes y tú sin enterarte. Vamos que es un lío en constante cambio de siglas y competencias. Lo que antes lo gestionaba el Estado ahora puede que lo gestione la autonomía, o una empresa pública o por delegación el Ayuntamiento o incluso la Diputación Provincial.

Vamos que es muy fácil, y el ciudadano no sabe quien hace nada ni a quien tiene que reclamar. Y por tanto las culpas se las lleva siempre el Presidente o Ministro de turno. Y esto las autonomías lo sabes muy bien. Cuando las cosas van bien ahí esta el Presidente autonómico sacando pecho y haciendo se la foto el octava inauguración de la misma obra. Ahora cuando las cosas van mal la culpa es del gobierno, o porque no da bastante s fonodos o porque tiene las competencias agarradas y no las suelta. ¿Quieren un ejemplo? Vean Cataluña, cada vez que pasa algo bueno es porque las competencias son suyas, cuando va mal o el estado tiene la culpa. Y hombre no es que el estado central haga todo bien, pero la Generalitat tampoco es perfecta, por ejemplificar esto. Cercanías en Cataluña lo gestiona la Generalitat y no va demasiado bien, en Madrid lo gestiona el Estado y funcionan francamente bien y tienen unas instalaciones y unos trenes más que aceptables.

Otros que pagan el pato a menudo son los alcaldes. ¿por qué? Bueno están cerca y alguien tiene que llevarse las culpas. Y como antes no había autonomías pues se da por hecho que lo que no compete al gobierno compete al alcalde. Y a veces es así a su pesar. Una de las cosas de las que no se habla muy a menudo es la falta de financiación de los ayuntamientos. Es la administración que menos dinero recibe y tiene que proveer de servicios público muy necesarios y muy caros. (sí recoger la basura y deshacerse de ella no es gratis, y si su recibo de la luz le da miedo imagínese el del ayuntamiento, con todas las farolas que puede haber en su ciudad).

Y no sólo eso, como el alcalde “se come todos los marrones” a veces el ayuntamiento presta servicios que debería prestar la comunidad autónoma tales como guarderías o residencias de ancianos etc y eso hay que pagarlo con unos ingresos minúsculos. ¿Y piensa que no es un problema que el ayuntamiento tenga que gastar mucho con pocos ingresos? Pues lo es, y es que el hecho de que los ayuntamientos no tengan dinero es responsable en parte (y sólo en parte) de  los pelotazos inmobiliarios, los atropellos ecológicos etc de la llamada burbuja inmobiliaria. Los ayuntamientos tenían que dar un montón de servicios que no pueden pagar y de repente aparece la gallina de los huevos de oro; las licencias de obras. Con lo que le saco al constructor de turno pago el arreglo de una acera o pinto un colegio o si sobra dinero me construyo un edificio disfuncional de un arquitecto famoso a mayor gloria del alcalde. Y ahí vino el problema de la mala gestión, me hago un cachivache de Cala**** o de quien sea en Villaburros de Arriba, pujante y ficticia localidad de 500 personas, y ya lo pagare con el dinero de las licencias de obras de los próximos veinte años. Algo así como comprar un Ferrari a plazos con el dinero que dentro de siete años vas a ganar en la lotería. Lo malo es que no tocó la lotería.

Y lo peor no es que no tocase la lotería, es que como no tenemos libros de instrucciones no sabemos a quien reclamar. Al final al maestro armero.

lunes, enero 07, 2013

Como diria Gerard Depardieu ¡viva Rusia!


Debo decir que estoy no solamente sorprendido sino también indignado con el hecho de que el señor Gerard Depardieu sea ciudadano ruso. Lo que me indigna obviamente, no es que quiera ser ruso. Tampoco me indigna el hecho de que quiera pagar menos impuestos, me parece algo normal, y si bien creo que es una actitud profundamente insolidaria por su parte, tanto para el esto de conciudadanos, como hacía su país, también puedo entender que un gravamen del 75% como proponía el Presidente Sr Hollande es excesivo en un país, al fin y al cabo, capitalista.

Lo que indigna es la facilidad con la que el Sr. Depardieu consigue la nacionalidad. Seguro que un emigrante pobre no tiene la más mínima posibilidad, en cambio este señor elige pasaporte al mejor postor. Sí, estamos en un sistema en el que el dinero es más volátil que nunca. Con solamente pulsar una par de teclas en el ordenador uno puede mandar una fortuna a miles de kilómetros de distancia. Por supuesto a un paraíso fiscal donde no sólo no tributara prácticamente nada sino que además nadie se interesara por el origen del dinero. Se dinero blanco o negro, no somos racistas con el dinero.

Y esta facilidad hace que los estado compitan por mantener el dinero de los multimillonarios depositados en sus países. Hay una especie de guerra por bajar impuestos para millonarios y grandes empresas, el caso arquetípico el de la rescatada Irlanda, país que creció a velocidad de vértigo gracias a ser la puerta de entrada al mercado de la UE, en la que menos pagabas por entrara, y es que su impuesto de sociedades era el más bajo de toda la unión. Lastima que todo lo que suba, baje. España no se queda atrás. El escandaloso y repetido caso de las SICAV es de sobra conocido. Son una especie de fondos de capital cuyos beneficios tributan al 1%. ¿Quiere montarse una? Es muy sencillo sólo necesita a noventa y nueva personas más y juntar entre todas 2.400.000 €. O dicho de otro modo necesita usted 2.400.000 € y noventa y nueve pobres que añadan la firma y algo de calderilla.

En definitiva, en este mundo de capitalismo financiero globalizado vivimos una especie de constante puja por que las fortunas se queden en suelo patrio. Y en la puja vale todo, bajar impuestos, amnistías fiscales, ofrecer la nacionalidad rusa o en España el permiso de residencia si te compras una casa de clase media. Los estados se bajan los pantalones de forma descarada ante el capital.

Sé que no es algo fácil evitar la salida de capitales, como digo solo hay que teclear medio minuto en el ordenador y mandar millones a una isla del pacifico, o a sitios tan raros y tan lejos de Europa como Andorra, Suiza o Gibraltar. Está claro que no podemos llenar las fronteras de Robin Hood registrando los cofres de los carruajes en busca de monedas de oro. Y aunque pudiéramos conseguiríamos poco. (que algo conseguiríamos, no habrá cofres de oro, pero el maletín de billetes no es una mera leyenda urbana).

Y lo peor es que no es nuevo, desde esa antigua Roma de patricios, hasta hoy en día los ricos han tenido la capacidad de instrumentalizar el Estado. Desde controlando órganos legislativos hasta comprando amnistías fiscales a golpe de chequera, o mejor dicho comprando un título nobiliario a golpe de buenos reales de vellón. Y aunque fastidie es casi inevitable, el dinero es poder. Y es un poder suficientemente grande para controlar al estado. O era así hasta hace poco, para evitar que el estado se corrompa en beneficio del rico se invento una cosa llamada democracia, por la cual el poder pertenecía al pueblo, a un pueblo que por su sólo número era imposible de corromper. Quizá algo esté fallando en el mecanismo.